domingo, 27 de octubre de 2013

Cría de corderos : productividad por dos


•Muy cerca de Gálvez, los Lancioni apostaron todo a una producción que exhibe números que asombran. En colaboración con los docentes de la UNL, implementaron un sistema de manejo efectivo, basado en una eficaz alimentación basada en la alfalfa.
En la Ruta 41 entre Gálvez y Pueblo Irigoyen, las banquinas “amarillean”, al igual que en gran parte de la provincia por la escasez de lluvias en el campo. Sin embargo, al llegar a lo de los Lancioni, el verdor de las alfalfas parece provenir de algún equipo de riego. Pero no, se trata de un par de lotes que sorprenden por su color, y por los animales que lo transitan entre franjas de finos alambres que desnudan un aceitado manejo: corderos, en plena zona agrícola de la provincia de Santa Fe.
Lo que empezó como un hobbie para Pedro, el padre, se transformó en un trabajo tiempo completo para Guido, su hijo, que apostó a la cría de corderos en un campo de 20 hectáreas.
La historia comenzó dos años atrás, cuando los Lancioni se contactaron con los veterinarios Jorge Sosa y Guillermo Fernández, titular y Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Ovinos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL.
A partir de ahí, se lanzaron de lleno a la actividad asesorados por los profesionales, con la compra de un lote de 150 animales puros, con la idea de empezar a trabajar con un registro de datos y aumentar la eficiencia del emprendimiento.
Lo que comenzó como una majada natural, se transformó entonces en un planteo de cría mejorada, con un plan de trabajo que incluía, como primera mwedida, la sincronización fuera de temporada para aumentar la cantidad de terneros fuera de estación, abasteciendo mejor la demanda del mercado. Entonces, una partida de 50 animales fue para la Feria Ovina, el tradicional evento que promueve el desarrollo de la cadena ovina en la provincia y que se desarrolla cada año en la Escuela Granja de Esperanza.
Hoy, están logrando una producción estable de 600 kg. de carne por hectárea, superando en rentabilidad a la ganadería y a la agricultura. “Para competir, estamos hablando de una soja que rinda arriba de las 50 qq/ha, con los riesgos que eso tiene”, se ufanan los responsables de este novedoso proyecto. La rentabilidad es muy buena, y podrían ser mucho mejor aún, pero la falta de una cadena de faena y comercial sigue frenando el crecimiento de el emprendimiento.
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Crecimiento. Pedro Lancioni apostó por este particular emprendimiento en el sur de la provincia de Santa Fe.

Por ahora, la carne
Para Guido Lancioni, el destino inmediato de su producción es eminentemente carnicero, aunque cada día abona el sueño de montar un tambo ovino para la producción de leche. “Para eso estoy dejando hembras provenientes de las razas Pampinta y Frissón, y lo que vaya a destino carne proviene de la raza Texel, eminentemente carnicera, la de mayor crecimiento en el mundo” dice Guido, anticipando su proyecto de un tambo ovino en el mediano plazo.
En este tema, el Dr. Sosa hace una pausa, aclarando que el frissón se usó como raza paterna como en cada país del mundo, siempre buscando un 75 % de éste y un 25 de la raza más adaptada a la zona. “De hecho, la UNL está trabajando en un proyecto de valor agregado, con leches de búfala, cabra, etc.” Y agrega: “En el sur argentino, el Merino sobresale por sus características laneras. A nivel mundial, la tendencia es apuntar a cada raza dependiendo del destino: carne, leche o lana. Antes se veían puros corderos criollos, ahora se están viendo las razas más estabilizadas, con sangres más definidas. Todo gracias a que se estacionan los servicios, se adecuan los manejos, y así se puede conocer qué está pasando con las majadas”, destaca el referente.
Un trabajo anual
El entusiasmo brota en este equipo de trabajo, porque los resultados los respaldan. Mientras circula el mate y el balar de los corderitos sonoriza la entrevista, es Guillermo Fernández quien nos detalla el cronograma de trabajo. “En enero se comienzan a acondicionar a los animales, revisando la condición corporal de las hembras, las ubres, los dientes, y largamos con el servicio”, dispara.
Al igual que en bovinos, aplican el “flushing”, un método que según Sosa, “es el responsable del éxito en las pariciones”. Se trata de un estímulo nutricional previo al servicio que le aporta un concentrado energético que logra que el animal libere una gran cantidad de glucosa, y que hace que la insulina haga de disparador hormonal para producir mayor cantidad de óvulos viables, en una relación de los nutrientes con las enzimas del metabolismo que le mantiene más tiempo la supervivencia de los folículos. “Al pasar de un plano bajo alimenticio a uno alto de nutrientes, esto se puede lograr”, destacan los profesionales, mientras miran con una sonrisa de reojo las verdes alfalfas que garantizan ese salto nutricional.
Cuando el verano descarga su furia, los Lancioni no “arrugan” y se largan a picar el sorgo forrajero, que les proporcionan a sus madres como complemento. Sobre todo para las ovejas “secas”, y antes que entren al servicio las largan a la alfalfa, “con eso y con algo de maíz les levanto la proteína”, explica Guido.
Este año la cosa arrancó un poco tarde, “dimos un servicio tardío, a fines de marzo, cuando habitualmente lo hacíamos en febrero. Esto permitió que casi 100 animales parieran doble (mellizos), y 180 que parieron uno cada uno. Hablamos de un porcentaje de parición del 150 % de manera concentrada en 60 días”, destaca Fernández.
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Rumbo a la majada. Dos recién nacidos se encaminan al reencuentro con el grupo.

Separar los lotes
“A partir de allí analizan la cantidad de ovejas aptas y de machos disponibles. A las secas se las engorda para consumo, y a las otras se las pone a servicio, que dura de 45 a 60 días, tanto en adultos como jóvenes. El manejo entonces implica separar dos majadas, con un planteo bien diferenciado. A la oveja que no se preña en ese lapso, se la aparta. Luego, entre mayo y junio se les hace una ecografía para comprobar la preñez, ya sea simple o doble, ya que son animales prolíficos. Antes de la parición se los vuelve a revisar y se les realiza una desparasitación estratégica, que consiste en la aplicación de una vacuna y vitamina.
Al momento del parto los que paren uno van a un potrero, y lo que paren dos o más van a otro. Eso permite hacer un seguimiento de los recién nacidos. “Compramos una vaca para ordeñarla y alimentar con leche a los corderitos recién nacidos que la madre deja de lado o de partos triples”, dicen. Tanto es así, que tres veces por día, Guido prepara la mamadera, que a medida que los corderitos crecen se reducen a dos por día, un trabajo realmente personalizado. A futuro, Sosa le propuso un balde tipo guachera con tetinas para autoconsumo que le alivie esta tarea, aunque a este laburante, parece no disgustarle.
Si bien los partos de las borregas continúan hasta octubre, el fuerte de pariciones termina en julio – agosto. “Es un período que implica estar encima de la majada, levantarse temprano y estar sacando corderos todo el día, revisando las ovejas, pero es fácil distinguir al animal que se aparta de la majada porque va a parir, en una actitud instintiva que se aprecia con la mera observación”, explica Guido, confirmando otra vez su pasión por estos animales.
Eslabones faltantes
Al corderito nacido se lo desteta a los 20 a 25 kilos y se lo alimenta con fardo de alfalfa pura y un balanceado (70 % de maíz y 30 de expeler, con un mínimo de 16 % de proteína, cuando se consigue). Esto permite lograr 200 gramos por día llegando a los 40 kilos en 60 días más. Se calcula una ganancia promedio de 7 a 8 kg. por mes, dependiendo de la dieta. Se lo pesa cada 15 días, monitoreando su crecimiento, llegando a los 18 kg. de carne limpia al final del ciclo.
Allí se termina la cría, pero empieza el problema de la formalidad. Hablamos de la faena y la comercialización, los grandes problemas que tiene hoy la cadena.
“Se trata de una actividad con mucho menos riesgo que la agricultura, invertís una vez cada 4 años, pero tenemos que carnear un corderito por día, a la semana que viene otro, y así sucesivamente”, se lamenta Guido. “Queremos armar un plantel de 150 corderos para mandar a faena y garantizarnos así el mercado. De esa manera me podría agrandar, invertir y planificar mejor la actividad. Así no puedo crecer. Si existiera una demanda uniforma que me garantice la zafra, podría meter hasta 1000 madres en este campo. Actualmente estoy trabajando con 350 madres y 200 corderitos. Además, los créditos disponibles de la ley ovina están y son muy buenos, pero no sé porque no están saliendo”, se pregunta.
Productividad, eficiencia y manejo se traducen en rentabilidad. El secreto de los Lancioni: trabajar duro todo el día, todo el año. Volver a las fuentes fue para ellos la mejor receta productiva.


Hoy, están logrando una producción estable de 600 kg. de carne por hectárea, superando en rentabilidad a la ganadería y a la agricultura.

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La vaca de back-up. La lechera se trajo para reforzar la alimentación de los corderos recién nacidos


Una vaca, dos ovejas
Una vaca lleva 18 meses entre servicio, gestación y lactancia para lograr (suponiendo que fuera un 100 % de destete) un ternero de 160 Kg., cuyo valor oscila alrededor de $11/ Kg =$1.760. En el caso de tratarse de 80 % de destete el importe sería $ 1.408. Para el caso de la oveja, una vaca se reemplaza por 7 ovejas, que con un 100 % de parición (puede ser mayor) daría 7 corderos de 30 Kg. o sea 210 Kg., a $ 12 = $ 2.520. Si la parición fuera del 80 %, nos daría 168 Kg. a $ 12= $2016. La gran diferencia radica en que el primer ciclo dura 18 meses y el de la oveja dura 9 meses (de marzo a diciembre). Es decir que con el cordero se pueden realizar 2 ciclos, cuando el vacuno hace uno. “Y eso es fácilmente demostrable”, se sonríe el Dr. Sosa.


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Al corderito nacido se lo desteta a los 20 a 25 kilos y se lo alimenta con fardo de alfalfa pura y un balanceado (70 % de maíz y 30 de expeler, con un mínimo de 16 % de proteína.

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