lunes, 30 de junio de 2014

Crece el consumo de la carne ovina


Si bien a escala nacional la carne ovina aún no alcanza los dos kilos por habitante por año, en el noreste argentino, dentro de los establecimientos agropecuarios, supera los 25 kilos.
Esto se debe a la disponibilidad y al bajo precio de los animales que salen del sistema productivo por su edad y según estimaciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), esta tendencia tiene perspectivas de crecimiento. Según Domingo Aguilar, técnico del grupo producción animal del INTA Mercedes, Corrientes, “existen posibilidades de aumentar el consumo de carne ovina regional debido a que se trata de un producto de alta calidad nutricional y beneficioso para la salud”.
La carne ovina es un alimento rico en proteínas y minerales como hierro, fósforo y zinc y vitaminas A y B1, además al igual que toda carne de rumiante, es una buena fuente natural de ácidos grasos que no se ve afectado por el proceso de cocción. Por las bondades nutritivas, la calidad reconocida y por ser el plato típico del centro sur de Corrientes, los productores de la región están en vías de generar un producto diferenciado por su origen

Ovejas clonadas para poblar el sur


Científicos argentinos desarrollaron un proyecto cuyo objetivo es repoblar la Patagonia con ovejas clonadas, que compensen la pérdida de 900 mil ovinos por la erupción del volcán chileno Puyehue en 2011. El proyecto está a cargo del investigador Adrián Mutto, jefe del Laboratorio de reproducción y mejoramiento genético animal del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, dependiente […]
Científicos argentinos desarrollaron un proyecto cuyo objetivo es repoblar la Patagonia con ovejas clonadas, que compensen la pérdida de 900 mil ovinos por la erupción del volcán chileno Puyehue en 2011.
El proyecto está a cargo del investigador Adrián Mutto, jefe del Laboratorio de reproducción y mejoramiento genético animal del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, dependiente del centro estatal de investigaciones científicas Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín.
El proyecto será financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y requerirá una inversión inicial de 1.300.000 dólares, informó el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas.
El proyecto propone multiplicar y mejorar genéticamente el plantel de animales adaptables a la región patagónica, donde murieron 900 mil ejemplares a causa de la erupción del volcán Puyehue y de la sequía precedente de 2009.
“La idea es mejorar el plantel de animales de la región patagónica afectada, que es clave porque concentra el 67% de la ganadería ovina del país”, explicó Mutto quien recibió el año pasado el premio Bernardo Houssay como responsable del desarrollo de la vaca clonada “Rosita”, el primer bovino bitransgénico del mundo que produce leche similar a la humana.
El laboratorio funcionará en el campus del Instituto Tecnológico de Chascomús perteneciente al Conicet, ubicado 120 kilómetros al sur de Buenos Aires.
El Instituto Tecnológico de Chascomús tiene a su vez capacidad para producir 4.000 embriones y 100.000 dosis de semen anuales para inseminación artificial y trasplante embrionario. “Estas dosis de semen congelado resolverán el tema de la barrera sanitaria establecida a partir del Río Colorado, que impide el envío de animales en pie por ser zona libre de aftosa”, detalló Mutto.

Crece el consumo de la carne ovina


Si bien a escala nacional la carne ovina aún no alcanza los dos kilos por habitante por año, en el noreste argentino, dentro de los establecimientos agropecuarios, supera los 25 kilos.
Esto se debe a la disponibilidad y al bajo precio de los animales que salen del sistema productivo por su edad y según estimaciones del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), esta tendencia tiene perspectivas de crecimiento. Según Domingo Aguilar, técnico del grupo producción animal del INTA Mercedes, Corrientes, “existen posibilidades de aumentar el consumo de carne ovina regional debido a que se trata de un producto de alta calidad nutricional y beneficioso para la salud”. La carne ovina es un alimento rico en proteínas y minerales como hierro, fósforo y zinc y vitaminas A y B1, además al igual que toda carne de rumiante, es una buena fuente natural de ácidos grasos que no se ve afectado por el proceso de cocción. Por las bondades nutritivas, la calidad reconocida y por ser el plato típico del centro sur de Corrientes, los productores de la región están en vías de generar un producto diferenciado por su origen

Para estar bien informado


Encuesta en establecimientos de la Cuenca del Salado.
La producción ovina en la Pradera Pampeana representa en la actualidad aproximadamente el 10 % de población ovina del país. Esta actividad se integra con otras producciones ganaderas y agrícolas siendo muy pocos establecimientos los que la impulsan como recurso único. El rol que ocupa en los establecimientos es secundario siendo la producción bovina y la agricultura las principales actividades. Se realiza esencialmente para el consumo de carne en los propios establecimientos o para la venta de corderos en la época primaveral.
Frente a este contexto productivo resulta escasa la información de datos básicos de producción disponible, hecho que ha impulsado a referentes técnicos de la Estación Experimental del INTA Cuenca del Salado a trabajar sobre la caracterización de los sistemas ovinos de la región, para obtener información de los sistemas reales de producción, como acción de apoyo de tareas de extensión e investigación y con el fin de aportar herramientas de eficiencia y desarrollo al sector.
El trabajo para la obtención de la información se inició con la visita a 22 establecimientos ganaderos ubicados en los paridos de Azul, Rauch, Alvear, Tapalqué y Ayacucho, campos que en conjunto comprenden una superficie territorial de más de 8 mil hectáreas. En cada uno de ellos se realizó una encuesta a los propietarios, que relevaba diferentes datos productivos siguiendo un protocolo previamente definido.

El relevamiento del INTA permitió observar que "en todos los establecimientos encuestados se desarrolla la actividad ovina con diferente grado de intensificación, pero es la producción bovina la actividad principal en cada uno de ellos". Del total de campo evaluados "el 73 % realiza solamente la cría de terneros y en el 27 % de ellos, además, se llevan a cabo otras actividades como la recría, engorde-terminación y cabaña". De la totalidad de hectáreas en estudio "a esta actividad se destinan 924 representando un 11 % del total de hectáreas". En esta superficie se relevaron 2243 ovejas, 117 carneros, 1272 corderos/as y 636 borregos/as. El 68 % de "los productores utilizan razas únicas y el 32 % tiene más de una raza". De los que presentan razas únicas, las dos más utilizadas son la Corriedale y la Romney (grafico 1).

De los que utilizan más de una raza, "el 25.55 % utiliza Corriedale y Romney y Corriedale y Hampshire, seguido por el 14.3 % que utiliza Corriedale y Pampinta" (gráfico 2).

Con la encuesta se determinó que "en todos los casos, el cordero que es el producto principal, está destinado a la venta en época primaveral y al consumo propio". La lana se comercializa en época de esquila pero es considerada como producto secundario sobre todo porque en los últimos años no se vieron favorecidos por los precios.
En cuanto a las características particulares de producción los técnicos del INTA observaron "una gran diversidad en la alimentación de las majadas, dado que "son manejadas con diferentes recursos forrajeros". El 78 % de los productores maneja su majada sobre campo natural solo o con alguna alternativa extra de alimentación, el 18 % utiliza exclusivamente pasturas ya sea nuevas o degradadas y el 4 % las maneja solamente con rastrojo, rollo y suplementación. Es así que, según indican los profesionales "si bien se puede observar una gran diversidad en el manejo alimenticio, es el campo natural la base de la alimentación en la mayoría de los establecimientos en estudio".
Para el manejo reproductivo, según las encuestas, "el 63,7 % de los productores estacionan el servicio y el resto (36.3 %) mantiene los carneros todo el año con las hembras". De los que estacionan servicio, "el 35.7% realiza el servicio entre los meses de marzo y abril y el 64.3 % lo hace entre los meses de diciembre y febrero. Los productores que realizan el servicio adelantado lo hacen para anticipar las pariciones y evitar así la época de mayores riesgos climáticos y reducir de esta manera la pérdida de corderos". Solamente "el 22.7 % de los productores hacen ecografías post servicio para hacer repaso de las hembras vacías y también para detectar preñeces múltiples y suministrar así alimentación diferencia". Esta es una herramienta de manejo importante que los diferencia del resto de los productores y que les permite obtener resultados importantes.
Con el relevamiento se determinó que de la totalidad de establecimientos, "el 41 % presentó problemas al parto principalmente en ovejas melliceras y borregas". El 81 % de los establecimientos reportaron pérdida de corderos de los cuales el 33.3 % fueron por causas climáticas (frio y lluvias) y el 27.8 % por zorros, caranchos y perros. En todos los casos, "las muertes se dieron dentro de la primera semana de vida. El porcentaje restante se corresponde con otras causas como asfixias, muerte de la madre y pérdida de corderos melliceros". Sin embargo "no se puede precisar el número exacto de corderos muertos porque no todos los productores registraron dicha cantidad".
Para la cría solamente "el 27.3 % de los productores desteta a fecha fija, el resto va realizando el destete a medida que se realiza la venta de corderos". En materia de manejo sanitario de los 22 campos evaluados, "el 54.5 % cumple con el plan básico de desparasitación y vacunación contra mancha, gangrena y enterotoxemia". En algunos casos que se consideró necesario, realizaron el control eventual de alguna enfermedad, como por ejemplo, pietín.
Con la sistematización de la información los técnicos de la Estación Experimental del INTA Cuenca del Salado pudieron determinar que "existe una gran diversidad en la producción ovina en los partidos evaluados. Esto implica diferente nivel de intensificación entre productores con resultados productivos completamente diversos".
En líneas generales se observó que "la raza más utilizada es la Corriedale, el manejo alimenticio básico se realiza sobre campo natural y más de la mitad de los productores realizan servicio estacionado". Si bien en ninguno de los casos es considerada la actividad principal del establecimiento, "hay sistemas bien estructurados, con un buen manejo y otros que necesitan reorganizar su sistema productivo y aplicar pautas de manejo básicas".
EEA Cuenca del Salado

lunes, 23 de junio de 2014

URUGUAY: La oveja y la investigación unen esfuerzos para poder crecer más


Uruguay es el país de mayor cultura ovina y la oveja cumple un rol social, además de económico; por eso le sigue ganando a la vaca. El INIA y varias instituciones de productores, aprovechan los avances de las investigaciones para producir más.
El sector ovino genera 50.000 puestos de trabajo (en forma directa e indirecta) y sus exportaciones aportan US$ 400 millones anuales por cualquier concepto.

Desde el punto de vista social, hay más de 5.000 productores dedicados al ovino, pero de ellos, hay 1.500 que tienen al ovino como la columna vertebral de la producción de sus establecimientos; son pequeños y medianos productores que viven de la producción de lana y corderos.

Esos 1.500 empresarios producen en las regiones de menor desarrollo económico social del país, donde los campos solo admiten a la oveja, porque son muy pobres en cuanto a producción de materia seca por hectárea. Por otro lado, tienen muy poco capital para invertir y en su mayoría, usan mano de obra familiar.

Desde hace varios años, uno de los mayores desafíos que enfrenta la ganadería uruguaya es la incorporación de la innovación y la organización institucional (la suma de sinergías entre las instituciones) como una de las herramientas clave para el desarrollo social.

El Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) trató de buscar herramientas a través de las cuales se logre un mayor desarrollo productivo económico y social de los pequeños productores, usando a la oveja como la locomotora que lleva hacia adelante a su establecimiento.

En ese marco, el director del Programa Carne y Lana del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Fabio Montossi, recordó a El País que a través de varios convenios se logró sumar la inteligencia de la investigación y la de los propios actores, donde la oveja es la columna vertebral del desarrollo productivo, económico y social de varios predios, ya no solo en el norte del país, también en el sur, en campos que antes estaban ocupados por huertas u otros rubros.

Con todos estos convenios, genética de punta e investigaciones creadas a través del ingenio uruguayo para productores uruguayos y con sus razas ovinas bien adaptadas, se está llegando a más de 100 productores. “Por el esquema de funcionamiento se autoreproducen, porque esos productores comparten esa genética con otros y a su vez, están integrados en algunos casos, con ventas de negocios de cordero pesado o ventas de lana, donde reciben un premio por el diámetro de la fibra”, sostiene Montossi.

Un ejemplo claro es el Consorcio Regional de Lanas Ultra finas del Uruguay. En este caso, el INIA y la Central Lanera Uruguaya distribuyen animales de altísimo mérito genético entre pequeños productores que remiten sus lanas a la central. “Los carneros de la Unidad Experimental de Glencoe, con una genética de elite, (INIA) llegan a esos pequeños productores”, destacó Montossi.

Anualmente se llega con esa genética a unos 20 productores por año, pero a su vez, “la idea, durante estos cinco años, es superar ampliamente esa cantidad. Esos productores, si no tuviéramos este arreglo institucional directamente no llegarían a esa genética de altísima calidad que les representa el día y la noche respecto al ingreso que tienen”, destacó el investigador uruguayo.

En paralelo, otro convenio entre ambas instituciones, permite que otro grupo de pequeños productores apuesten al Merino Dohne. “Esa genética no se regala, se paga a un valor inferior al del mercado. Los productores usan el sistema de financiamiento de la CLU”, explicó el investigador.

En estos casos, el foco está puesto en el norte del país, donde está concentrado el 60% de la producción ovina nacional. “Empezamos el año pasado, pero el interés por la genética, el uso de la inseminación artificial o monta a corral, así como la forma en que se organizan los productores para compartir esa genética, nos tiene muy contentos”, admitió Montossi.

Pero hay otras acciones enfocadas también a la carne ovina. A través de otro acuerdo entre INIA y el Movimiento de la Juventud Agraria se le entregan carneros y ovejas de razas prolíficas a los pequeños productores. “Son razas que tienen capacidad de producir más de 150% de destete”, destacó el director del programa carne y lana del INIA.


Carne.

En otro proyecto se hacen entregas similares a través de un acuerdo con la Comisión Nacional de Fomento Rural, a través del Fondo Rotativo Ovino. “Se genera un fondo de genética y esa genética la reciben un grupo de productores que deben entregar en un lapso de 5 a 6 años, no solo los animales que recibieron, sino también un 20% más. Es un sistema que se retroalimenta continuamente. Es un modelo de crecimiento”, reconoció el entrevistado.

También en el Montevideo Rural hay un convenio con la Unidad de Montevideo Rural de la IMM, donde también funciona un esquema muy parecido. “Todo este esquema está fundamentado en una prioridad y en llegarle a un segmento de productores determinados, donde estamos usando la propia institucionalidad que nos dan una mano para que la tecnología del INIA llegue a los productores”, dice orgulloso Montossi, destacando su gran equipo de trabajo y en especial al ingeniero Andrés Ganzábal (INIA Las Brujas), uno de los pilares de estos logros.

La ventaja es que, a su vez, estas organizaciones tienen sus propios aparatos de colaboración para que la tecnología llegue. “La innovación en cómo se arreglan los actores para que la tecnología llegue es tanto o más importante que la propia tecnología de incorporar la genética en esos predios”, sostiene Montossi.